
Lady Gaga escogió en esta ocasión un minivestido blanco que parecía más un disfraz de enfermera que otra cosa, una peluca de color platino, unas gafas de sol y, cómo no, su prenda fetiche: sus zapatos negros de altísimas plataformas. El conjunto dejaba ver sus delgadas piernas llenas de moratones, como consecuencia de las innumerables caídas que sufre cada vez que se sube a ese calzado.
De hecho, ese mismo día, la intérprete de ‘Bad Romance’ estuvo a punto de caerse mientras salía de un restaurante, pero para su fortuna pudo agarrarse a uno de sus acompañantes. En cambio, no tuvo la misma suerte una de las últimas veces que estaba en el aeropuerto, donde se torció el pie y ‘besó’ el suelo sin que nadie pudiera evitarlo.
A pesar de que esa no ha sido la única de sus caídas, Lady Gaga no se quita nunca los tacones, ni siquiera para ir a ver un partido de béisbol.